Hace más de cien años, durante la primera década del siglo XX, Tesla
presentó un requerimiento para patentar una peculiar aeronave, que él
llamaba “el primer platillo volador del mundo”,
¿Qué sucedió con este invento? ¿Por qué no estamos volando por el
espacio desde hace décadas, montados en la genialidad de Tesla? Si bien
la patente fue concedida, el OVNI (o más bien OVI, ya que había sido
identificado por la insaciable imaginación de Tesla) tuvo un
inconveniente: dado que no llevaba su fuente de energía sino que debía
ser energizado por las torres de transmisión inalámbrica (fuentes de la
“energía libre”), cuando la falta de financiación hizo que se abandonara
el desarrollo de las torres, la nave también cayó en desgracia, y nunca
llegó a fabricarse. ¿Nunca? En realidad no puede saberse, ya que el
servicio secreto de EE. UU. se apoderó de todas las patentes de Tesla
luego de su muerte "por razones de seguridad nacional". La idea del gran
inventor tenía, como muchos de sus inventos, el objetivo de contribuir a
la paz mundial liberando el acceso a la energía. No obstante, los
gobiernos y financistas de la época no acompañaron el avance de su
mente; años más tarde, sus modelos y proyectos tecnológicos fueron
utilizados por los nazis, y ahora sus ingenios estarían en poder del
servicio secreto de una potencia mundial. Una verdadera paradoja sobre
esas mentes que pueden acelerar el ritmo de la Historia, y los poderes
que pueden retrasarla.
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